You can fool all the people some of the time, and some of the people all the time,
but you cannot fool all the people all the time.
(Abraham Lincoln)

domingo, 14 de agosto de 2016

Olimpiadas y capitalismo

Hay una abrumadora indecencia estructural en nuestra sociedad. Esta indecencia se manifiesta en diversas formas. Indecente es la venta de armas de unos países a otros; indecente es que 8.500 niños mueran al día de hambre; indecente es la violencia contra las mujeres por doquier; indecentes los paraísos fiscales, la corrupción; y muchas otras indecencias siembran este mundo contemporáneo donde si hay una cuestión filosófica relevante por antonomasia no es otra que la Maldad.
Pero hoy quiero comentar apenas la indecencia de la humillación. Una humillación convertida en endémica, en condición intrínseca del capitalismo en el que la competitividad ha tomado la forma de dios supremo, entendida esta competitividad no como superación de uno mismo por sí mismo sino a través de la indispensable defenestración, aniquilación y extinción del “contrario”.
Humillación que tomando unas y otras definiciones podemos describir como la emoción que surge cuando una persona (o grupo) se siente injustamente devaluada o rebajada por otros (ya sean personas o instituciones) provocando que aquel pierda su autorespeto, interiorice su propia devaluación como individuo, acepte la pérdida de su dignidad humana y llegue a considerarse excluido de la categoría humana, hasta el extremo de la cosificación.
En este sentido de la competitividad se suele poner de ejemplo en las escuelas de negocio el ámbito del deporte y no son pocos los deportistas de elite que dan clases de motivación y competitividad en MBAs. Pero nada está más alejado de la verdadera competitividad deportiva que la empresarial capitalista.
Aprovechemos las Olimpiadas de Río de Janeiro y recordemos los “Ideales del Olimpismo” para encontrar la radical diferencia entre un tipo y otro de competitividad. Ello resulta diáfano en el mensaje que el Comité Olímpico (en su campaña “Celebremos la Humanidad") manda a los participantes:

You are my adversary, but you are not my enemy.
For your resistance gives me strength,
Your will gives me courage,
Your spirit ennobles me.
And though I aim to defeat you, should I succeed, I will not humiliate you.
Instead, I will honor you.
For without you, I am a lesser man.

Eres mi adversario, pero no mi enemigo.
Tu resistencia me da fuerza,
tu voluntad valor,
tu espíritu me ennoblece.
Y aunque mi objetivo es derrotarte, si lo consigo, no te humillaré.
En vez de ello, te honraré.
Porque sin ti, yo soy un hombre menor.


Si esta visión de la competitividad, una visión cooperativa en el fondo, donde para nuestro triunfo necesitamos el triunfo de los otros, se aplicara en los negocios, en las relaciones internacionales, en la vida social, tal vez la esperanza de un nuevo mundo volvería a alentar los corazones de los hombres de buena voluntad…

1 comentario:

  1. Cuánta razón tienes, querido. Pero parece que es predicar en el desierto, mientras pasa la "carrera" rallie Dakar.

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